Las apariencias y la verdad. Los
fariseos y la viuda.
31 TO B

En el
caso de los fariseos hay una mirada
superficial, en la que los amplios ropajes, la devoción y los puestos de
honor dan un aspecto atrayente, atractivo a su existencia. Pero bajo esa
apariencia no hay más que un afán devorador de los recursos de los más débiles.
Esta atracción por la apariencia no es
algo meramente personal – no son los fariseos quienes desean ser como otros
fariseos – sino también social: una
sociedad que valora la apariencia de excelencia pero que sabe que solo se puede
lograr despojando de la dignidad a los más necesitados. Jesús con sus palabras pone de manifiesto y hace explícita esa
apariencia atractiva y mentirosa.
Junto a
esa mirada superficial, hay otra profunda que descubre la verdad y la belleza que se manifiesta de forma intensa y cautivadora
en la sencillez de una limosna. En contraste fuerte con la imagen anterior,
una viuda - uno de los colectivos más débiles y desprotegidos de la sociedad en
la que vivió Jesús – entrega una limosna. Algo pequeño y sencillo, pero en lo
que se pone en juego toda su existencia,
y la verdad y la belleza de una vida confiada en Dios se presentan con tal
intensidad que provocan esas palabras de admiración de Jesús.
Tiempo de educar las miradas, de descubrir la intensidad de
la verdad en pequeños gestos, y de vivir una vida auténtica, desde el
evangelio, que pone en juego toda nuestra existencia.
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