jueves, 22 de noviembre de 2012

Cristo Rey


Domingo 34 TO


Acabamos el ciclo litúrgico con esta solemnidad de Cristo Rey. Es hermosa la imagen de Jesucristo, como aquel que ordena toda la creación entorno a él, y desde él alcanza la plenitud, pero en el evangelio de este ciclo aparecen tres grupos de personas: quienes afirman que es rey, quienes lo niegan, y quienes como Pilato, permanecen en la duda sobre el reinado de Jesucristo. La pregunta de Pilato recuerda a otra pregunta que Jesús formula a los discípulos, aquella de “¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Quién decís vosotros que soy yo?”. Esta vez es al contrario, no es Jesús quien pide esclarecer la imagen que la gente tiene de él, sino estos grupos quienes le piden que confirme o niegue la imagen que en él se reconoce. Jesús, como es habitual da una respuesta que es un sí pero no, y todo lo contrario, y no ofrece la seguridad material, estrecha, pequeña que busca quién pregunta, sino que la sobrepasa, exigiendo una confianza personal en él, en su testimonio.

Jesús tiene un reino, pero no es de este mundo, va más allá, mucho más allá (si el reino de Jesús fuese de este mundo habría tantos aspectos de nuestras vidas que quedarían vacíos  y faltos de redención…). Es curioso pero por afirmación o rechazo esta imagen de Jesús como rey no es discutida. Todos afirman que Jesús cabe en ella, y de ahí el temor o la excesiva confianza que suscita. En cualquier caso Jesús nos cuenta cómo es rey, y lo es siendo testigo de la verdad, por eso no es como los reyes de este mundo, que tiranizan, sino como el que sirve y así es el primero, se pone a la cabeza de todos. Para poder esclarecer cómo Jesús es rey, es necesario también participar de la búsqueda sincera, auténtica, completa, gratuita de la verdad, y no acercarnos a ella de forma parcial o interesada, y encontrar que la verdad es una persona que nos invita a compartir la vida con él, pero la vida eterna. 

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